viernes, 16 de enero de 2009

Sin Darme Cuenta

Podrá parecer tonto esto que me atormenta; para muchos otros es cosa natural y lógica, pero a mi me tomó tan de sorpresa que no termino de asimilarlo. Fue apenas esta mañana que me di cuenta y no sé ni cuando ni como me pasó. Supongo que debí haber aceptado esta realidad hace mucho... pero la verdad me alcanzó de pronto y sin notarlo.
Tal vez sea porque me siento igual que antes, aunque no me vea igual que antes. Y que me sienta igual no es el problema, el problema es que sigo en la misma situación que antes. Tantos años después y sigo con mis mismas penas, mis mismos sueños, mis mismos problemas y mis mismas pobrezas. Ahora, tras lo que pasó esta mañana en el banco, he empezado a tener miedo; eso no es igual, es diferente… pero no es bueno.
Parecía un día normal. Me levanté temprano y cuando entré a la agencia del banco esta estaba desierta; como cosa rara no había esa larga cola de clientes esperando para ser atendidos. De manera automática me dirigí a la ventanilla más cercana, esa que hace poco habilitaron para atender a las mujeres embarazadas, las personas discapacitadas y los ancianos; “Para nuestros Ciudadanos de Oro” se leía en un cartel sobre la ventanilla.
-Buenos días, señorita. –Dije mientras sonreía a la simpática muchacha al otro lado del mostrador de madera. ¿No hay problema si cambio mi cheque en esta ventanilla?
-Ninguno, caballero, para ustedes es. – Me contestó.
“¿Para ustedes…?”, pensé. Luego vi mi tenue reflejo sobre el vidrio de la ventanilla y observe con tristeza las marcadas arrugas de mi rostro y el ahora gris cabello; comprendí que ya por mis años el banco me incluía en su preferencial categoría de Ciudadano de Oro.
¿En que momento fue que me volví viejo? ¿En que momento me alcanzó la vida sin darme cuenta? Y ahora que el tiempo casi se me acaba me da miedo pensar en todo aquello que siempre pospuse y deje de hacer creyendo que después sería un mejor momento.

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